
"En el gabacho, las fans y las gruppies si existen, de a madres. Igualito que en The Wall, le maman la corneta al poli; se encueran las chiches con los secres; se roban los gafetes y hacen cuanta vileza para llegar al rockestar en el afterchou en el backsteich y poner una palomita más en su lista de pitos famosos. La mujer-cosa le paga con la misma moneda al cosificador y pasa de mujer-objeto a mujer-objete.
En cambio en México, las fans hacen cualquier malabar con tal de llegar a tí... pa casarse y amarrarte una pata a la pata de la cama.
Un pobre bataquero , cuate mío, después de mucho pedo y rogar más, logró enchipoclarse a una fan que conoció el mero día de una tocada, asunto que celebramos con unas caguamas, un churro y tres guacaras. Ajá, pero a los dos meses, le cayó la fan con la noticia de que estaba embarazada y que no estaba dispuesta a abortar por que los del PAN y el cura Melo dicen que es pecado. Así que el encabronadísimo suegro, ya enterado de todo el desmadrito de la regla retrasada, lo estaba esperando afuera del congal para hablar con el, claro, por la vía de los putazos y un cuete calibre .34 en mano.
El bataco y la fan se casaron de blanco techo, nació su chilpayate y el bataquero se cortó la mata, se lavó las patas, y hoy por hoy es cajero en Bancomer, se empeda con Don Padrote todos los sábados, y de vez en cuando llega tarde a su casa después de unas putas en Sullivan, inventándole a su bruja ruca que hubo corte general de caja. Su mujer otrora buenota y cachonda (bueno, es un decir para la tamaña araña), ahora es una cerda con la pepa reseca y los pezones cuarteados, y sus dos hijos, un par de oligofrénicos reteimbéciles.
Fin de la historia de amor.
Chido ¿no?
Armando Vega-Gil
DIARIO ÍNTIMO DE UN GUACARRÓQUER