miércoles, 28 de diciembre de 2011

De barcos y mujeres...


Sé de hombres que gastaron cienmil libras contantes y sonantes por barcos diseñados por los mejores ingenieros navales, construidos en los mejores astilleros de Holanda o de Inglaterra, con el casco de acero, la cubierta de teca y todo tipo de cosas a bordo: radar, lavadoras eléctricas, aire acondicionado, piloto automático, y que maldijeron el día que el condenado trasto fué botado al agua, estuvieron dispuestos a venderlo por el precio de una caja de whisky, y no encontraron comprador.

La palabra razonable no ser emplea cuando se habla de barcos. Lo que es razonable para un hombre, es una completa locura para otro, si entiende lo que quiero decir. Por ejemplo: un hombre tiene un barquito que es una monería, que tal vez le ha costado veinte o treintamil libras, pero tal vez su mujer se marea continuamente, o sus negocios han ido mal este año y los acreedores le siguen la pista, o ha hecho mal tiempo para navegar, o ha bajado la bolsa y los comunistas parece que van a hacerse del poder en Francia o Italia, o que va a haber guerra, o que los inspectores del fisco le persiguen por alguna trapacería, quizá por que no declaró que había pagado el barco con dinero guardado a escondidas en un banco de Suiza. Por consiguiente, tiene prisa en desprenderse de el, y precisamente aquella semana, nadie quiere comprar barcos...

Los barcos son como las mujeres: algunas cuestan caras, otras, baratas. Pero el precio que pagas nada tiene que ver con la satisfacción que te producen.

Jennings
HOMBRE RICO, HOMBRE POBRE

No hay comentarios:

Publicar un comentario